viernes, 28 de diciembre de 2018

Trilogía A todos los chicos de los que me enamoré - Jenny Han

1 – A todos los chicos de los que me enamoré


¿Qué pasaría si todos esos chicos que te gustaban se enteran de lo que sentías por ellos… todos a la vez?
Lara Jean Song guarda sus cartas de amor en una sombrerera que su madre le dio. No son cartas que alguien escribió para ella; son cartas que ella escribió. Una para cada chico que alguna vez amo —cinco en total—. Cuando las escribió, puso su alma y corazón y dijo todas las cosas que nunca diría en la vida real, porque las cartas son sólo para sus ojos.
Hasta el día que esas secretas cartas son enviadas, y repentinamente, la vida amorosa de Lara Jean pasa de imaginaria a fuera de control.



2 – P.D. Todavía te quiero


Lara Jean no esperaba enamorarse realmente de Peter. Peter y ella solamente estaban fingiendo. Excepto que, de pronto, ya no lo hacían. Ahora, Lara Jean está más confundida que nunca. Cuando otro chico de su pasado regresa a su vida, sus sentimientos por él también. ¿Puede una chica estar enamorada de dos chicos al mismo tiempo? En esta encantadora y sincera secuela de «A todos los chicos de los que me enamoré», vemos el primer amor a través de los ojos de la inolvidable Lara Jean. El amor nunca es sencillo, pero, tal vez, eso es parte de lo que lo hace tan increíble.



3 - Siempre y para siempre


Los días de Lara Jean de escribir cartas no han terminado en esta sorpresiva continuación del best-seller del New York Times «A todos los chicos de los que me enamoré» y «P.D. Todavía te quiero». Lara Jean está teniendo el mejor último año que una chica podría esperar. Se encuentra locamente enamorada de su novio, Peter; su papá finalmente se vuelve a casar con su vecina de al lado, la señora Rothschild; Y Margot regresa a casa para pasar el verano justo a tiempo para la boda. Pero cambios aparecen en el horizonte. Y mientras Lara Jean se divierte y se mantiene ocupada ayudando a planear la boda de su padre, no puede ignorar las grandes decisiones sobre su vida que tiene que tomar. Lo más urgente, a qué universidad quiere asistir y lo que eso significa para su relación con Peter. Vio a su hermana Margot pasar por estos dolores de madurar. Ahora Lara Jean es la que se graduará de la preparatoria y se irá a la universidad, dejando a su familia —y posiblemente al chico que ama— atrás. Cuando tu corazón y tu cabeza dicen dos cosas diferentes, ¿a cuál debes escuchar?




miércoles, 28 de febrero de 2018

Trilógía Rubí - Kerstin Gier

1 - Rubí


Cruza las fronteras del tiempo y encuentra el verdadero amor. Como cualquier otro día, regresé pronto a casa al salir del instituto. Mi tía se había quedado sin sus dulces favoritos y me ofrecí para ir a la tienda a comprar más, pero de camino empecé a sentir algo muy extraño. las piernas me temblaban y tuve una sensación rara en el estómago. De repente, la calle desapareció ante mis ojos. Poco después reapareció, pero muchas cosas eran diferentes. Había vuelto al pasado. Me llamo Gwendolyn y soy la última viajera en el tiempo. Así empieza la aventura de mi vida.




2 - Zafiro


Gwen vive en una nube ¡con Gideon!, aunque sabe bien que el amor entre dos viajeros en el tiempo puede deparar sorpresas traicioneras. Por suerte tiene muy buenos consejeros; su mejor amiga, Leslie, su compinche, James el fantasma, y Xemerius, una gárgola que se mete en bastantes líos. Además, Gwen y Gideon tienen importantes problemas de los que ocuparse. Por ejemplo, salvar el mundo. O aprender a bailar un minué (algo nada fácil). Sin embargo, ambos deberán entender que el amor debe pasar por delante de los demás, sobre todo cuando caigan en las redes del conde de Saint Germain…




3 - Esmeralda


Cruza las fronteras del tiempo y encuentra el verdadero amor «¿No podríamos seguir siendo amos?» Seguro que muere un hada cada vez que en algún lugar del mundo se pronuncia esa pregunta. Pero el perfectísimo Gideon de Villiers a quien Xemerius prefiere llamar el «innombrable» no tiene suficiente sensibilidad ni para pensar en las hadas ni para dejar de pisotear mi corazoncito. Si no fuera porque cuando le miro se me corta la respiración y me tiemblan las piernas, le hubiese soltado un bofetón que le habría mandado directo al siglo XIX sin necesidad del cronógrafo. Aunque, en lugar de hacer eso, solo le fulminé con la mirada y me alejé. Al fin y al cabo, éramos los dos últimos viajeros en el tiempo y en pocas horas saltaríamos juntos a 1782 con una misión de vida o muerte.







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